viernes, 28 de enero de 2011

Capítulo V: Raciosimio y el reciclaje de la memoria

En la filosofía escolástica, una de las potencias del alma; en la vida de la bestia el alma de las potencias.
La memoria remite al pasado, permitiendo no cometer viejos errores, pero por sobre todas las cosas, conserva y alimenta la esencia de cada uno. La selección de los recuerdos rara vez es consciente –cuanto más se esfuerza uno en acordarse algo más le cuesta-; ciertos detalles de la vida cotidiana remiten casualmente y evocan algún hecho vivido.
Sin embargo, para Raciosimio la evocación del pasado nunca es accidental; los titiriteros de las grandes corporaciones no pueden depender de actos aleatorios. La causalidad manipula el ayer –que paradójicamente tiene un lugar reservado en lo efímero del mundo mediado-, y nutre al hombre masa de nostalgia y desolación. De desesperanza. Taciturno, se entrega irreflexivo e imprudente a las garras de su creador.
El compendio de recuerdos se torna esporádico, acribillando a Raciosimio con mensajes que no alcanza a deglutir. Incluso reutilizando viejos mensajes.
De esta manera, reutilizando y reciclando, la ley de las tres erres se cumple por inercia, cuando el hombre queda intelectualmente reducido.