miércoles, 18 de mayo de 2011

Capítulo VI: Raciosimio y Raciosinio

Cuando el destino le presenta a Raciosimio una comunidad de seres pensantes, con propiedades esencialmente opuestas a las de él, siente pena por este hombre a quien percibe como víctima de una alienación que lo ciega y lo mantiene aislado de La Verdad. Quiere ayudarlo, pero sólo dispone de discursos que ha absorbido del medio y que no puede reacomodar a su antojo, para convertir a estos herejes.

La desesperación lo invade por completo; quiere abatir a estos activistas, soldados rasos de la tiranía de turno, que pretenden ocultar la realidad sembrando desestabilizadores mediáticos que procuran correr el foco de atención.

-Hablan de bombardeo mediático, ja –dice el Hombre Masa, y ofendido agrega-, como si la solución fuera no alertar a la sociedad del contexto en el que vivimos.

Los sujetos críticos son combatidos, a más no poder, con diferentes slogans difundidos por los titiriteros del negocio informativo. Reclaman contra el despotismo de estos otros que “atentan contra la libertad de expresión” y que pretenden “idiotizar a la gente negando lo innegable: la crisis ascendente”.

Absurdamente, protestan contra la incomunicación y la reclusión, pretendida por estos Racio Siniestros –como los llaman-, que busca transformar a cada persona en un ser dócil, cuando son ellos quienes dependen del aislamiento exponencial que, paradójicamente, se engendra en la masa.

Como en una guerra religiosa, Raciosimio –deseando convertir a cada individuo- y la comunidad del Raciosinio –advirtiendo a la sociedad como conjunto-, se enfrentan por La Verdad.

Más fácil se ha tornado hasta aquí para los fieles seguidores del Hombre Masa, que cuentan con una reproducción endócrina que lo favorece en número ampliamente.

La lucha se hace ardua para la comunidad de seres pensantes, que buscan afanosamente, que esta vez más que nunca, el fin no justifique a los Medios.

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