miércoles, 18 de mayo de 2011

Capítulo VII: Raciosimio y la pobreza

"La madre educó:
-Mijita, eso no se dice.
Y Ximena, desde el piso, quiso saber:
-¿Para qué existen, mamá, las palabras que no se dicen?"
Malas Palabras – E. Galeano


Por supuesto que tiene alma caritativa. Pero no solidaria.

El contexto en que el Hombre Masa se cría le enseña desde bien chico todo lo necesario, para que entienda que ser pobre es un castigo .Obviamente, los encargados de que esto se retroalimente y funcione a la perfección, se cuidan de no darle a entender que los pobres son víctimas del sistema; por lo menos evitan responsabilizarse en forma total.

Más allá de vivir en una época totalmente lejana en el tiempo a la era victoriana, las secuelas de este nefasto período se cuelan entre los tubos y pantallas planas. La estigmatización y el etiquetaje, criminalizan a las víctimas. Raciosimio consume y consume, asimila y consume.

Y es entonces cuando empieza a confeccionar eufemismos, para evitar decir esa palabra; claro, el Hombre Masa es un ser educado, y no tolera ese lenguaje en su vocabulario.

En vez de decir pobre, dice niño carenciado; prefiere escasez a hambre –sobre todo porque le permite generalizar el término y extenderlo más-. Hasta que finalmente alcanza su punto máximo, y adquiere su vocablo predilecto: habla de inseguridad, la sinécdoque suprema.

Como profeta en tierra seglar, augura tragedias aun peores. Como siempre, repitiendo un discurso ajeno a él, Raciosimio vomita cada concepto contribuyendo a la segregación de los damnificados que él cree defender.

-Me da una lástima verlos en esas casitas humildes –se entristece.

El adjetivo sintetiza a la expresión profiláctica.

No hay comentarios:

Publicar un comentario