miércoles, 9 de junio de 2010

Prólogo o capítulo introductorio

Sumido en la más exasperante pasividad, el individuo se mantiene reclinado en el sillón mirando hacia el aparato, hacia la nada. Los ojos irritados, colorados como los de un niño en temporada estival, tras horas en la pileta, reflejan la emotividad emergente ante una nueva ola de inseguridad en el país; está cansado y la impotencia le vuelve a ganar.
Consume cada día una amplia variedad de medios, para estar informado. Lejos de mejorar, su visión parece cerrarse cada vez más; “¿Cómo no reaccionás? ¿No ves que te lo están mostrando?”, recita cual si fuera su eslogan.
Finalmente, la indignación colma su paciencia. La metamorfosis está casi completa, y fijándose la meta de cambiar el mundo, la criatura sale a transformar la realidad con las mismas herramientas que el enemigo le brinda. Pero lo que no sabe, es que su accionar contribuye a la causa: inconscientemente reproduce los vestigios que conforman su síndrome.
El hombre masa, se propaga en su ignorancia.

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